Capítulo 3: ¡Déjate de tonterías y adula sin más!
En ese momento sonó su teléfono. Actualmente, la app Zhibao (una aplicación de pagos tipo Alipay) tiene una función de notificación que permite ver al instante el saldo total de tus cuentas bancarias vinculadas, para que puedas tener control financiero constante.
Muchos optan por activar esta función, ya que hoy en día la gente gasta sin medida y siempre necesita un pequeño asistente que los mantenga alertas.
“Zhibao le informa: el 17 de agosto de 2020 a las 14:32, se ha recibido un ingreso de 8268 yuanes en su tarjeta de ahorro del Banco Guangming. Usted tiene actualmente 4 tarjetas bancarias vinculadas, con un saldo total de 664,188.85 yuanes.”
Al oír la notificación, Xu Zhengyang frunció el ceño de inmediato. Sacó su móvil y murmuró:
—¿Cómo que tan poco?
Recordaba claramente que cuando se activó el sistema, le mostraron 2.15 millones de yuanes, producto de la venta de su departamento. ¿De dónde salieron esos 660 mil?
Al revisar en la app, notó que había una nueva tarjeta vinculada: una llamada “Tarjeta Discreta del Banco del Sistema”.
De hecho, más de 650 mil estaban ahí.
En ese momento, la interfaz transparente del sistema apareció en su mente:
【Para evitar que el anfitrión derroche el dinero, los 1.5 millones restantes han sido depositados a plazo en el Banco del Sistema. La rentabilidad anual es del 10%, y se abonarán intereses mensualmente en la Tarjeta Discreta.】
Xu Zhengyang hizo los cálculos con los dedos. ¿No significaba eso que recibiría unos 12,500 yuanes al mes solo en intereses?
Pero lo que Xu no notó es que no estaba solo en la sala.
Cuando la app leyó en voz alta el saldo, Chen Haohai quedó completamente petrificado.
Y cuando oyó a Xu decir “¿cómo que tan poco?”, sintió que su cabeza explotaba.
¡Seis cientos sesenta mil yuanes! No son 66 yuanes.
El Banco Guangming había estado entre los 12 principales de la provincia Yunhai el año pasado, con una valuación total de apenas 90 mil yuanes (en este nuevo mundo).
¡Eso es el valor total de una empresa! ¡Y este tipo tiene más de 660 mil como patrimonio personal!
Y encima lo dice como si fuera poca cosa…
Chen Haohai quedó sin palabras. Lo único que podía pensar era:
¡Adular! ¡Sea como sea, adular! ¡Si tengo que llamarlo papá, lo hago! ¡Debo aferrarme a esta pierna!
A su lado, la joven Lin Yourong tenía la mente en blanco. Verdaderamente, completamente en blanco.
—Bueno, no los entretengo más. Me voy.
Xu Zhengyang, tras calcular sus ganancias, no quería quedarse más tiempo. Se levantó para irse.
Chen Haohai se limpió el sudor de la frente. A pesar de ser astuto, sabía mantener las formas. Se inclinó y sacó una tarjeta de presentación que le ofreció con ambas manos:
—Señor Xu, por favor, concédame el honor de invitarlo a cenar.
—¿Una invitación?
Xu levantó una ceja. Vio que la tarjeta decía “Presidente del Grupo Guangming”. Reflexionó un momento. Aunque Chen era un viejo zorro, no le molestaba tener contacto con gente así ahora que tenía poder. Así que aceptó cortésmente la tarjeta.
—Cuando tenga tiempo, iré.
Verlo aceptar la tarjeta ya era señal de que lo consideraba. Tarde o temprano se concretaría. Chen Haohai estaba tan emocionado que casi se le quebraba la voz:
—Señor Xu, si en algún momento necesita algo, por favor no dude en pedirlo. ¡Haré todo lo que esté a mi alcance para cumplirlo!
Puso énfasis en palabras como “algún momento”, “por favor” y “todo lo que esté a mi alcance”, lo que demostraba la humildad total con la que se estaba manejando.
Xu Zhengyang sonrió por dentro. Así son los empresarios: la gente común cree que están por encima de todos, pero jamás imaginarían lo bajo que pueden agacharse cuando conviene.
—Bien.
Con solo esa palabra, Xu salió de la sala VIP con naturalidad.
Chen Haohai, ya sin poder sostenerse, se dejó caer en el sofá con las piernas temblorosas. Luego miró a Lin Yourong, que seguía congelada.
—Recuerda, lo de hoy no puede filtrarse en lo más mínimo. Si te atreves a revelar esa cifra… sabes cuál será el precio.
Su tono se volvió frío e imponente. Lin Yourong se estremeció:
—No… no me atrevería…
Chen Haohai por fin respiró hondo y levantó el teléfono para hacer una llamada.
…
Cinco de la tarde.
Club de Fitness Yunhai.
Xu Zhengyang estaba en la zona de descanso, hojeando aburrido una revista.
Pero su mente estaba dándole vueltas a lo ocurrido en el banco.
¡De pronto se dio una palmada en la pierna!
—¡Maldito viejo zorro!
Se dio cuenta de que Chen Haohai lo había manipulado sin que se diera cuenta.
Ese recibimiento tan exagerado, llevarlo a la sala VIP, no ofrecerle depósitos especiales… ¡todo había sido para esperar que su app leyera el saldo y él soltara la cifra frente a todos!
Chen Haohai no le había echado el ojo a esos 8000 yuanes en cambio. ¡Lo que quería era saber su patrimonio real!
Y ahora que lo pensaba, tenía sentido.
Chen Haohai no estaba solo. Tenía tres “hermanos” de negocios, conocidos como los Cuatro Reyes de Yunhai. Cada uno lideraba un sector: bienes raíces, automóviles, entretenimiento.
Pero dos de ellos habían tenido problemas recientemente y estaban al borde de la quiebra. Como su respaldo financiero, Chen Haohai seguramente también lo estaba pasando mal.
Xu Zhengyang sonrió. Aquella jugada para tantear su situación no le molestaba, sobre todo ahora que ya sabía cuál era la intención.
De aquí en adelante, Chen solo podría tratar de ganarse su favor, jamás atreverse a jugar sucio otra vez.
—Vámonos.
Mientras pensaba, una silueta femenina se detuvo frente a él.
Una chica de cuerpo espectacular, vestida con ropa deportiva ajustada, con una figura que quitaba el aliento. Llevaba una mochila de gimnasio al hombro, y al recogerse el cabello en una coleta alta, dejó ver aún más su esbelta silueta.
Cada curva de sus piernas era perfectamente delineada por los leggings ajustados.
Era una visión de ensueño.
Esa era su compañera de apartamento:
Cheng Baola.
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